Ana Recalde

El jueves, después del primer día de seminario. Y totalmente influída por todo lo que estuvimos viendo, viví una situación que me vi obligada a grabar. Estaba en el local donde trabajo y dos de mis compañeros, que había acudido conmigo al curso, explicaban a otros dos en qué estaba consistiendo el seminario. Aunque los interlocutores compartían el mismo tema de conversación, cada pareja hablaba de forma independiente. Se intentaban explicar claramente y con un lenguaje cercano. Ante esta situación y sin saber bien porque lo hacía, encendí la grabadora del móvil e intenté situarme físicamente entre las dos conversaciones, buscar el punto exacto en que me viese obligada a forzar la escucha hacia uno de los dos discursos para lograr comprenderlo o perderme en el ruido de palabras que la mezcla de ambos generaba.

Esto me ha llevado a pensar en varios puntos relacionados con la política y con como se articula de cara al pueblo, a través de los discursos. Por un lado me gustaría explorar la parte afectiva de los discursos. El éxito de un discurso, depende de cómo se cuenta y aquí creo que lo performático o la acción y el público al que va dirigido juegan un papel muy importante. En el caso concreto de España es muy evidente la presencia de lo teatral en el mundo de la política. Por otro lado y de la misma manera que el día que realicé la grabación, me interesa el proceso contrario en el que la palabra va perdiendo su carácter discursivo, y se convierte en algo más matérico o objetual. Ya sea a través de la repetición de la misma o alterando el sonido que ésta genera.

Estos son por ahora los puntos a los que he llegado y con los que me parecería interesante trabajar, pero independientemente de la idea que se lleve a cabo me gustaría otorgarle importancia a su adaptación al formato editorial y estudiarlo como parte de la obra. Todo esto quiero compartirlo contigo y con el grupo antes de darle ninguna forma, para conocer vuestra opinión y si le veis lógica dentro de los temas que hemos estado viendo.